La historia, ya en tiempos de Heródoto, se
identificaba con la investigación destinada a buscar la verdad. Aquél griego
que vivió parte de lo escribió y anotó aquello que vio, con el objetivo de dar
a conocer los hechos a las generaciones posteriores, anotó en el prólogo de su
obra más importante, Historia de la
Guerra del Peloponeso: “véome aquí obligado a decir lo que siento pues bien
sé que con ello he de ofender o disgustar a muchos, el amor a la verdad no me
deja que la calle y disimule”. Y es que la Historia, escrita de forma rigurosa
e imparcial, puede causar malestares. Más aún cuando tratamos los hechos
contemporáneos. Y observemos aquí como Heródoto, en efecto, recogía lo vivido.
Aún cabría preguntarse si su obra no tiene relación con otras Ciencias Sociales
antes que con la Historia, al menos en cuanto a los hechos contemporáneos.
El profesor E. Moradiellos aportó una definición
sobre el aprendizaje de la Historia que debemos situar en el comienzo de
nuestro recorrido por la Didáctica aplicada a la Historia: “El aprendizaje de la Historia supone una reflexión sobre el conjunto de
la sociedad en tiempos pasados con el objetivo de enseñar a comprender cuáles
son las claves que residen detrás de los hechos, de los fenómenos históricos y
de los procesos que explican lo ocurrido y sus causas” (Moradiellos, E. (2009). Las
caras de Clío. Una introducción a la Historia. Madrid: Siglo XXI).
La perspectiva que ofrece la definición
anterior muestra la potencialidad del aprendizaje de la Historia. Y esta
potencialidad se centra en la capacidad que aporta a los estudiantes para
conocer la base de los problemas del mundo actual. El conocimiento del
funcionamiento de las sociedades del pasado es un buen campo de investigación
para extrapolar o interpretar comportamientos actuales. Y esto, aun recordando
que la Historia no es una ciencia que pretenda el conocimiento del hecho
presente ni, aún menos, del futuro. Resulta difícil de negar que la formación
en Historia sirve para desarrollar un criterio y una visión crítica respecto a
los hechos que acontecen en el presente. En última instancia, por tanto,
contribuye al desarrollo personal.